domingo, 28 de agosto de 2011

VI Modernización en Córdoba


Muchas veces, en diversos años, atravesé la Sierra Chica y de todos modos la exploré, como el faldeo y el llano que la sigue, y admiré sus espléndidos paisajes ¡Sierra querida, lugar de mis trabajos y fatigas, de mis amores y de mis delicias, patria del alma!  ¡Como eres bella y como te amo! ¡Como hemos cambiado ella y yo! Ella naciente, vistiendo galas, germinando riquezas y poder; yo envejecido, buscando el reposo final en su segundo seno!
                                       Juan Bialet Massé, 1904 (60)


             Los que conocimos los antiguos Altos de Córdoba bajo su primitivo manto de pajonal estéril, y la conventual ciudad donde no había más industria que el pan sobado a mano y los confites de las monjas, podemos juzgar de los beneficios del Dique. Todo, hasta el estado intelectual y moral del pueblo, cambió favorablemente merced a esa obra. La luz,  la civilización de la luz, digamos así, que destaca a Córdoba como si fuese una ciudad de primer orden,  el manejo científico de la energía eléctrica, el mejoramiento de la salubridad con la extensión de área cultivada y la consiguiente supresión de las polvaredas debidas a vientos rasantes, que eran los demonios de la muerte repentina; la amabilidad de la flor en el comercio urbano –bajo ese aspecto era la ciudad austera hasta la hurañía-; la formación de parques y jardines como el Zoológico, que muchas ciudades europeas querrían para suyo, lo trajo la obra del Dique. Gas y Aguas Corrientes fué el lema de aquellas administraciones meritorias, aunque disipadas. Un día la ciudad ha de pagar estos bienes con el monumento que debe a Cassaffousth como lo debe a Juárez Celman y a Sobremonte…Permítaseme  rectificar en homenaje a los autores del viejo Dique, entre los cuales merece especial mención el contratista Bialet Massé, una especie calumniosa para su memoria. Me refiero al costo de cuatro millones quinientos mil pesos que fue el de esa obra y que durante mucho tiempo se consideró, por su pretendida enormidad, prueba fehaciente del consabido robo. No hubo tal. No tengo yo vinculación ninguna con aquellos hombres, a quienes apenas conocí, ni me guía, en este trabajo allegadizo, así fuera el de hacer méritos en mi provincia ante el sufragio universal, que no busco ni necesito; solamente no puedo ver calumniado a un muerto, por la compasión que me da el saberlo inulto (*) sin esperanza y por lo mucho que me subleva el corazón la desatinada ferocidad de la turba”.
                                             Leopoldo Lugones,
                                             “La Nación”, feb. 1917 (61)

Poca, muy poca justicia no digo siquiera, emulación , hubo siempre al considerar la obra realizada por nuestros técnicos. Perdura aún, en el recuerdo la figura martirizada de Cassaffousth”
                           
                                             Raúl Scalabrini Ortiz
                                             “La Nación”, 6 de mayo de 1923 (**)

              
               Miguel Juárez Celman fue duramente atacado por los sectores más tradicionales y católicos de Córdoba opuestos a las políticas progresistas por él emprendidas.
                 Como ejemplo y trazando un recorrido posible que ilumine las dimensiones de este enfrentamiento, es preciso evocar lo expresado  por Juárez Celman en la sesión del Congreso del 22 de octubre de 1884 cuando fracasó el intento de restablecer las subvenciones a los seminarios católicos. En esa oportunidad y como senador por la provincia de Córdoba, Juárez aludió al proceder del sacerdote Pedro Nolasco Clara y dijo, “refiriéndose a la rebelión de alumnos del Colegio Seminario de Loreto contra aquél, su director a la sazón:
                 “El señor Clara requirió el auxilio de la policía, y una vez guardadas por ella todas las puertas del establecimiento como para que no se escapara ninguno, hizo estirar sobre una mesa con los sirvientes a todos los jóvenes que habían tomado parte en el desorden y que en aquel momento creían no se les aplicaría una pena tan ignominiosa, y allí, en su presencia, les hizo aplicar por el robusto brazo de un negro, designado como verdugo al efecto, veinticinco azotes a cada uno. La Constitución Nacional estaba vigente y no olvidaré jamás la profunda impresión que produjo en la sociedad de Córdoba este hecho tan salvaje. Yo también tenía allí un hermano y recuerdo muy bien las horas de verdadera angustia porque pasó mi pobre madre hasta el momento que le fué permitido ver a su hijo y saber que era felizmente uno de los que por demasiado pequeño, había escapado a los azotes”. (62)
                Unos meses antes, en abril de 1884, el Consejo de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, había aprobado la tésis de Ramón J. Cárcano que tenía por padrino de la misma al doctor Juárez Celman. Esta tésis de doctorado sostenía la igualdad de derechos civiles “de los hijos naturales, adulterinos, incestuosos y sacrílegos”. (63)
                El 25 de abril de 1884, el Vicario Capitular a cargo del Obispado, monseñor Gerónimo Emiliano Clara –hermano del sacerdote Pedro Nolasco, antes nombrado-  “emitió una pastoral que fue leída en el púlpito catedralicio” , en la cual expresaba que la tésis de Cárcano “ataca a un mismo tiempo la doctrina, los sacramentos y la más alta disciplina de la Iglesia Católica” y “sostenía que la Facultad  “…no ha podido ni debido aprobar la tésis”, exhortando de este modo a los catedráticos de la universidad: “… en nombre de los más grandes intereses de Dios y de la Patria, rogamos a los respetables profesores de la Facultad de Derecho que en adelante se inspiren siempre, en el desempeño de sus funciones, en los deberes que les impone su gloriosa profesión de Católicos”. (65)
               Entre las motivaciones de esta embestida llevada a cabo contra el juarismo, no se puede soslayar que en la presidencia de Juárez Celman se sancionó,  en 1888,  la ley de Matrimonio Civil, resistida por legisladores católicos y también por la prensa de la época. En el senado, Manuel D. Pizarro (por ese entonces legislador por la provincia de Córdoba) al oponérsele, dejo asentado que se trataba de “un proyecto socialista, fundamentalmente contrario a los principios trascendentales de la moral, de la legislación y del derecho, de la filosofía, de la historia, de la política , de la ciencia social, en fin…” y tampoco podría dejarse de lado el dictado de la Ley 2681, en 1889, que estableció la creación de Registros Civiles en todo el territorio de la República.
                 Eran espacios que perdía la Iglesia y en consecuencia con su afán de retenerlos, como bien lo señala Jorge Abelardo Ramos, se “desencadena una violenta campaña del clericalismo que intenta conservar en la vida pública y en la enseñanza, privilegios incompatibles con el desarrollo de un país moderno”. (66)
                    Esto explica, de algún modo, la presencia de ese mismo clericalismo emergiendo entre los detactores de las Obras de Riego de los Altos de Córdoba que condenaron la obra del dique de San Roque por la simple razón de haber sido alentada por Juárez Celman. “El odio profundo que sus reformas  liberales le granjearon” –asegura el citado escritor- no alcanzaría solamente a Juárez Celman, lapidado en nuestra historia contemporánea , sino también a sus colaboradores. Dos años después de la contrarrevolución del 90, que abatió a Juárez  (aunque no pudo liquidar al roquismo) los constructores y contratistas del Dique San Roque eran despiadadamente perseguidos y encarcelados. Carlos Cassaffousth, uno de esos técnicos, escribía a Juárez Celman en 1892: “He resuelto salir de Córdoba tan pronto termine la cuestión judicial que ha iniciado el gobierno, por haberse cometido el delito de llevar a cabo estas obras, en las que él no ha tomado parte. Es estar expuesto a ser encarcelado por haber trabajado en obras de riego, es un colmo que demuestra el salvajismo más brutal…Con la administración de este hombre (tratábase de Pizarro, gobernador católico de la provincia) Córdoba retrocede al tiempo en que se apedreaba a los miembros de la Academia de Ciencias por “masones”. Es indudable que la ejecución de las obras de riego ha sido prematura para la mayoría de Córdoba…” (***)
                    Tanto fue así que incluso un historiador como Norberto Galasso, quien no ha vacilado en cuestionar seriamente diversos aspectos de la presidencia de Miguel Juárez Celman no solo da por sentado que el dique San Roque se realizó “en medio de la protesta clerical” (67) sino que hasta llega a aludir a “aquellos tiempos en los que los curas se oponían al dique San Roque porque esa alteración de la naturaleza provocaría la ira de Dios y Córdoba quedaría anegada”. (68)
                   Pero no hubo solamente un componente clerical entre aquellos que atacaron la obra del dique y en este sentido es valioso el aporte de la profesora Doralice Lusardi al indicar que, “Liberales y laicistas , los hombres del grupo gobernante habían causado irritación en los círculos próximos a la Iglesia Católica, con diversas medidas que desencadenaron una escalada de agresiones entre ambos sectores… en la campaña contra las obras de riego intervinieron distintos sectores afectados por la política vigente: los clericalists a los que ya aludimos; los importadores de cales y cemento provenientes de Europa; el centralismo porteño, afectado por el proyecto de una canal fluvial Córdoba – Río Paraná que pondría en peligro su hegemonía…” (69) , y  magistral  lo  desarrollado por Waldo Ansaldi  en “Una modernización provinciana, Córdoba 1880-1914”:
                    “El empuje inicial –responsabilidad política del liberalismo juarista – permite el despliegue de una potencialidad que encuentra un límite en la doble crisis de 1890, si bien la que afecta a la economía y las finanzas es fuerte, no menos lo es la política. No es casual que una parte importante del proceso se interrumpa o frene, incluso, se diluya después de la caída de los hermanos Juarez. En este sentido, lo que podríamos llamar “la generación cordobesa del 80” apunta a la definición de un modelo faústico que conlleva una potencialidad de desarrollo que no se encuentra en el modelo primario-exportador impulsado por los sectores más fuertes de la burguesía argentina…  La posterior ofensiva político-ideológica, que los católicos desarrollan en Córdoba aún cuando se haga entramada  en la contraofensiva del roquismo y en buena medida resulte un juguete de esta (como parece probarlo el desplazamiento de Pizarro de la gobernación) , implica, , en definitiva, un verdadero parte de aguas en la historia provincial, iniciando la agonía del modelo faústico. La frustración del colosal proyecto del canal al Paraná,  simultánea con la campaña en contra del dique San Roque, es un buen indicador de ello, cuya expresión simbólica esta representada tanto por el enjuiciamiento a Bialet Massé y Cassaffousth cuanto por el hecho de que es recién en junio de 1906 que Juarez Celman puede conocer la obra monumental que estos construyeron…en tal contexto lo que llamo modelo faústico cordobés –el dique, la electricidad, el fallido proyecto del canal Huergo, la industria, en menor medida el ferrocarril –  es el máximum  de conciencia posible de los rupturistas del claustro encerrado entre barrancas. El dique es símbolo paradigmático del modelo, en tanto expresión del dominio de la naturaleza por el hombre, instrumento y , sobre todo, generador de electricidad”. (70)
                En otra de sus obras, el autor explica acabadamente qué significado se le atribuye al “modelo faústico” del cual nos habla:
                  “…hay un momento durante las décadas de 1880 y 1890  en que la posibilidad de profundizar las transformaciones es bien notoria. Tal vez la expresión simbólica más clara de esa circunstancia sea la construcción del dique San Roque… Elijo este símbolo inspirándome en Marshall Berman, quien –recordando que Fausto, el personaje creado por Johang Wolfgang Von Goethe, es uno de los héroes de la cultura moderna- llama “modelo faústico” de desarrollo a aquel que confiere prioridad absoluta a los gigantescos proyectos de energía y transporte en escala  internacional” y apunta más al desarrollo de las fuerzas productivas en el largo plazo que a la consecución de lucros inmediatos. En este sentido , entonces, el dique es expresión cordobesa de ese modelo faústico, que se completa con el formidable proyecto del ingeniero Luis Huergo de construcción de un canal de navegación de 453 kms de extensión para unir Córdoba (¡ciudad portuaria!)  con San Lorenzo y el plan urbanístico d una Córdoba de bulevares y diagonales. Pero Bialet Massé y Cassaffousth  presos y calumniados y el canal y la urbanización irrealizados son, a su vez , la contracara del símbolo y la expresión de la frustración de un modelo que mira al futuro mucho más que al presente”. (71)
                     “El claustro encerrado entre barrancas” dice Ansaldi y nos remite obligadamente a Sarmiento, a su descripción de Córdoba en el “Facundo” (1845):
                      “La ciudad es un claustro encerrado entre barrancas; el paseo es un claustro con verjas de fierro; cada manzana tiene un claustro de monjas o frailes; los colegios son claustros; la legislación que se enseña, la Teología; toda la ciencia escolástica de la Edad Media es un claustro en que se encierra y parapeta la inteligencia , contra todo lo que salga del texto  y del comentario. Córdoba no sabe que existe en la tierra otra cosa  que Córdoba…Córdoba ha sido el asilo de los españoles en todas las demás partes maltratados. ¿Qué mella haría la revolución de 1810 en un pueblo educado por los jesuitas y enclaustrado por la naturaleza , la educación y el arte  ”. (72)
                  En su “Informe sobre las clases obreras argentinas” (1904) Bialet también habla de Córdoba pero su mirada difiere de los conceptos sarmientinos y es sobre estas diferencias que se desarrolla el planteo efectuado por Ana Clarisa Agüero en “Córdoba en el imaginario de lo nacional” -Univ. Nac. de Córdoba- (73) , observando que “la descripción sarmientina de la ciudad es sometida a una singular relectura”. Para Bialet “la modernización es ese conflicto entre elementos tradicionales e innovadores que en Córdoba tienen por agentes, respectivamente, una oligarquía disminuída y una juventud cuya liberalización es favorecida por el “espíritu moderno” que invade la Universidad… Su desprecio por la élite improductiva es análogo al de ésta por los sectores implicados en las actividades prácticas. Entre ellos Bialet rescata especialmente a los obreros y artesanos que, siendo representantes de una cultura del trabajo, logran experimentar un ascenso social acorde con la época. Su mirada aprobatoria se acompaña de la insistencia en el origen mayormente criollo de esos grupos y, por ende, de una rehabilitación de la herencia hispánica. El criollo le parece el tipo más apto para cualquier tarea manual o intelectual con lo que la crítica - hasta el desprecio –del legado social de la colonia se restringe a la porción dominante, a esas presuntuosas y quietas élites sin sentido de la laboriosidad ni del progreso.
               Sus imágenes de la ciudad , reforzadas por la virtualidad de fijar un movimiento, entrañan la reformulación de varios de los tópicos presentes en Sarmiento y en Gonzalez. Uno de ellos es el relativo a la religiosidad de la ciudad, cuestionada como una representación entre otras en la idea de una “reputación” creada y no necesariamente justa. En segundo lugar , y acaso más significativo aquí, es la idea del paisaje y la cultura locales, de su relación, la que resulta completamente alterada. La ciudad ha superado las barrancas en términos espaciales (en su urbanización) pero también temporales, ya que ello representa un avance de la cultura sobre la naturaleza”
                 Pese al juicio padecido por infundadas acusaciones contra la obra del dique, y cuando todavía no creía frustrado el proyecto del Canal Córdoba-Paraná, Bialet celebraba la modernización que ya había alcanzado la provincia con estas palabras:
                  “La ciudad se destaca dibujada, con las agudas agujas de sus templos, las siluetas de sus edificios públicos, parques y plazas, ha roto las ligaduras de las barrancas y se desborda por los altos; al sur, la Nueva Córdoba, continúa las calles que cortaba la barranca (…) y el gran parque de nueva Córdoba, con su lago artificial, se ve como una mancha de azulada plata, con el chalet de la escuela agronómica como un centinela encastillado, el vigía que anuncia una nueva era.
                   Al norte, Alta Córdoba, amojona con casitas de obreros, sus manzanas,  y  las hileras de arboledas marcan las calles. ¡ Que movimiento en aquel desierto de ayer!  Locomotoras que maniobran, unas que se van , otras que llegan por los cuatro rumbos, no se las oye, pero se las ve silbar, el penacho blanco del silbato lo demuestra. Las estaciones son ya insuficientes. El erial se ha convertido en un edén”. (74)

NOTAS
(60)  Juan Bialet Massé, Informe sobre las clases obrers argentinas , edic. Bicentenario, Ministerio de Trabajo de la Prov. de Bs. As, 2010, T. I ,p. 251
(61) Leopoldo Lugones, La Nación, febrero de 1917, reproducido en “Juárez Celman 1844-1909 Estudio histórico y documental de una época argentina”, autor: Agustín Rivero Astento, Bs As Kraft ltda, 1944 pp 265/6
(62) Frías ,Luis Rodolfo ,  Historia del dique San Roque, edit. Munic. de Córdoba, 1985, p. 189.
(63) Waldo Ansaldi,  “Las Prácticas sociales de la conmemoración en la Córdoba de la modernización, 1880-1914”, en http: // www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal; publicado originariamente en Sociedad, nº8, Facultad de Ciencias Sociales (UBA) Buenos Aires, abril de 1996, pp. 95-127.
(64) Frías, Luis Rodolfo…ob.cit., p. 188.
(65) Ibidem ,
(66) Jorge Abelardo Ramos,   De Octubre a Septiembre: ensayos políticos , 1959 , www.abelardoramos.com.ar
(67) Norberto Galasso,  El Gobierno de Juárez Celman , www.catedranacional.4t.com/Autores/galasso/Roca.htm
(68)  Norberto Galasso  , Vida de Scalabrini Ortiz, ediciones Colihue , 2008 , p.44.
(69)  Prof.Doralice Lusardi , Ingeniero Carlos Cassaffousth , Reseña biográfica en www.drault.com
(70) Waldo Ansaldi, “Una modernización provinciana: Córdoba, 1880-1914” , en http:// www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal ; publicado originariamente en Estudios, Nº7 y 8 , Córdoba, junio 19 96 – junio 1997, pp. 51-80.
(71) Waldo Ansaldi,   “Ritos y ceremonias sacras y laicas. Acerca de la sociabilidad cordobesa en los comienzos de la modernización provinciana”, en http: // www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal; publicado originariamente en Anuario IEHS, nº12 , Instituto de Estudios Histórico- Sociales “Prof. Juan C. Grosso” , Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil, 1997, pp 249-267.
(72) Domingo Faustino Sarmiento,  Facundo , 1971 , Edit. Kapelusz SA, Bs. As.
(73) Ana Clarisa Agüero,   Córdoba en el imaginario de lo nacional. La ciudad pensada por Domingo F. Sarmiento, Joaquín V. Gonzalez y Juan Bialet Massé. Universidad Nacional de Córdoba,  Prismas, Revista de historia intelectual Nº10 , 2006 pp.79-98
(74)  Juan Bialet Massé,  Informe sobre el estado de las clases obrers argentinas a comienzos de siglo (1904) , 3 vls, Bs. As. CEAL, 1985 , p.222.
(*)    Inulto : “adj.poét.   No vengado” (Diccionario de la Real Academia Española, Espasa Calpe SA, 1981.
(**)  Raúl Scalabrini Ortiz, La Nación, 6 de mayo de 1923, microfilm Hemeroteca de la Legislatura de la Cdad.de Bs. As.
(***) Jorge Abelardo Ramos , en su obra titulada “De Octubre a Septiembre” (1959) reprodujo  extractos de la carta que el Ing. Carlos Cassaffousth enviara con fecha 30 de septiembre de 1892 a Juárez Celman.  En la obra de A. Rivero Astengo (citada aquí, bajo el nº58)  se transcribió el texto completo de dicha misiva que dice así:
               “Es inconcebible tanta falsedad y perfidia, las obras de riego están en perfecto estado. El deterioro local e insignificante ocurrido ahra , en la entrada de las galerías de desarenadores del Dique San Roque, ha sido ocasionado por remolinos producidos por la destrucción de la salida del agua a causa de la falta de limpieza del Río Primero, aguas abajo del dique.  El desperfecto es tan insignificante que he propuesto a las Cámaras subsanarlo por cinco mil pesos. Esto contrarrestó el efecto que produjo la solicitud del Gobierno de un crédito de quinientos mil pesos para ese fin. Creo que ya esta arrepentido el doctor Pizarro de haberse metido en honduras. He resuelto salir de Córdoba tan pronto como termine la cuestión judicial que ha iniciado el Gobierno, por haberse cometido el delito de llevar a cabo estas obras, en las que él no ha tomado parte. El estar expuesto a ser encarcelado por haber trabajado en obras de riego, es un colmo que demuestra el salvajismo más brutal. Si Sarmiento viviese, tomaría este tipo para un nuevo Facundo. Con la administración de este hombre, Córdoba retrocede al tiempo en que se apedreaba a los miembros de la “Academia de Ciencias” por masones.   Es indudable que la ejecución de las obras de riego ha sido prematura para la mayoría de Córdoba,  pero ya esta cometido el gran crimen como se le llama. Recuerde, mi querido doctor Juárez Celman, lo ocurrido con el gas y vea lo que es Córdoba gracias a él".

martes, 9 de agosto de 2011

V. Laudo Huergo/Proyecto canal Córdoba-Paraná/ Pizarro/Informe Stavelius/Roque Saenz Peña "Informe in Voce"(1895)/Fallo Juez Antenor de la Vega (1893)

      

  El dique es símbolo paradigmático del modelo, en tanto expresión del dominio de la naturaleza por el hombre, instrumento de riego y , sobre todo, generador de electricidad. El canal al Paraná tiene la misma –si no mayor- riqueza simbólica de ambición de dominar la naturaleza. También la tiene la lucha contra las barrancas, aún cuando su dimensión sea manifiestamente menor que las dos anteriores. En el fondo, dicho metafóricamente, me impresiona esa tensión entre Prometeo y Sísifo que se resuelve en la evanescencia de ambos en la modernización provinciana.
                                                         Waldo Ansaldi,Una modernización provinciana, (50)

          

           “El 11 de julio de 1888 Casaffousth expidió dos certificados bajo los números 18 y 19. Se referían respectivamente, el primero a mampostería y movimientos de tierra por compuertas, cascadas y puentes que por no estar incluídos en el presupuesto primitivo fueron materia de una convención especial como lo autorizaba...el contrato...y
el segundo, a 7000 ms3 de mampostería, también adicional...Ambos totalizaban
$m/n210.814,47.  La sección de Obras Públicas los observó entendiendo que existió error en el cómputo métrico. Por lo tanto a su juicio, correspondía una deducción de $ m/n  38.466,52 “. (51)

            Las partes en conflicto, conforme al contrato por el cual se había adjudicado la obra del dique San Roque, "que preveía que toda desinteligencia en la interpretación del mismo sería resuelta sin apelación, por árbitros" (52),  acordaron nombrar uno a estos fines.


             La designación recayó en Luis Augusto Huergo, primer diploma de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires.

         
        “El 4 de septiembre de 1888 se firmó  el “acta de compromiso” por la cual Huergo como juez arbitral debía resolver “si el gobierno debe o no, según el contrato, reconocer y pagar como obra adicional las partidas de los certificados números 18 y 19, objetados por Departamento topográfico...” (53)
         El 3 de octubre de 1888 Huergo se pronunció ordenando “1º Que el gobierno reconozca y pague como obras adicionales las partidas de los certificados nº18 y º19 objetadas por el Departamento Topográfico…2º Que el gobierno pague los gastos que origine el presente arbitraje y costas…”
         Jose Isaacson (54) señala que Luis A. Huergo, en su obra “Navegación interna de la República Argentina. Canal de Córdoba al Río Paraná”, relata que “en las postrimerías de 1888, el gobierno de Córdoba lo comisionó para estudiar la construcción del dique San Roque y los canales de riego, e informar sobre la conveniencia de elevar la presa en 5 metros de altura” y que tras conocer datos referentes a las obras de embalse proyectadas para los ríos Segundo y Tercero y en particular conocer que entre las tres obras (en esas “tres obras” se encuentra incluída la del dique San Roque) se dejaban para el régimen ordinario de los ríos un total de 27m3, “se le ocurrió inmediatamente…que entre Córdoba y Paraná se podría construir con ese volumen de agua, unos cinco canales de navegación… Pero el mismo día que presentaba su dictámen respecto a la sobreelevación del dique San Roque, se fallaba en contra del gobierno de Córdoba respecto a una disputa con la empresa contratista de las obras de riego por el pago de dos certificados en la cual el mismo había sido designado como arbitro único. El gobierno de la provincia decidió no pagarle honorarios por su estudio acerca de la sobreelevación del dique “puesto que había tenido el coraje de condenarlo” Huergo dijo entonces que ello le proporcionó la íntima satisfacción de no presentar cuenta alguna por ese concepto, guardándose muy bien de promover entonces la idea del canal de marras”.
            Este canal no solo haría de Córdoba una ciudad portuaria sino que partiendo de allí llegaría a Rosario.
            “Huergo plantea que en cualquier época que el país quiera desarrollar la producción del interior y explotar las riquezas minerales de la cordillera y de las sierras de Córdoba y San Luis, no habrá medio más eficaz de transporte que la formación de canales con el menor desarrollo posible de distancia a los ríos Paraguay, Paraná y al Atlántico y la construcción de puertos mediterráneos al pié de las serranías y en el trayecto de los ríos mejorados o canales artificiales”. (55)
             El citado canal y la obra del dique se vinculaban porque este tomaría como punto de partida para su alimentación, “el caudal proveniente del dique San Roque por un túnel de 95 metros de largo”. (56)
              Frías señala que la Aduana de Córdoba era un reclamo de todo el interior  y en los planes ingleses respecto de Argentina entraba la concepción fundamental de que esta no debía ser otra cosa que su colonia. Lo que debe tenerse en cuenta en orden a las peripecias que aguardaban al dique San Roque. Sobre todo cuando, excediendo la idea generatriz de hacer de Córdoba un centro productor, se convirtiera en el punto de partida de un proyecto mucho más trascendente: transformarla en el puerto del Interior contrariando frontalmente, aquel designio británico. (57)
               Antes de que por una ley provincial del 30 de julio de 1889 se aprobara su proyecto, el 22 de junio de 1889 mientras Huergo dibujaba lo que sería el puerto de Córdoba, recibió la visita del Ingeniero Guillermo White , tratábase del mismo White que según lo relatado anteriormente por el Inspector de Puentes y Calzadas de Francia, Ing. St. Ivez, había prohibido terminantemente a los integrantes del Departamento de Ingenieros de la Nación, alentar el estudio de las cales hidraúlicas de Córdoba, rechazando cualquier posibilidad que estas reemplazaran al cemento Portland el cual  ingresaba al país sin pagar impuestos. La crónica es como sigue:
              “Recibí la visita del señor ingeniero White, presidente del directorio del Ferrocarril del Sud, quien encontrándome dibujando el futuro puerto de Córdoba, muy amistosamente me aconsejó que no me ocupara más de cuestiones de puertos, y me dedicara a ferrocarriles u otros objetos de la profesión, ocurriéndosele sin duda,  que la cuestión del puerto de Buenos Aires me había trastornado un poco las ideas”(*) (58)
                 El proyecto del canal  Córdoba al Paraná fue aprobado definitivamente por el gobernador Marcos N. Juárez el 18de marzo de 1890.
                  Inmediata fue la reacción por parte de quienes, este canal navegable los afectaba y mucho. Atrás de la elección de llamarlo “el canal del infiernillo” , calificativo con el cual apareció en 1889 en una nota publicada en el diario  “La Nación” se ubicaban quienes defendían los intereses portuarios de Buenos Aires y las compañías ferroviarias inglesas, a las que este proyecto “les vendría a romper su monopolio del transporte de la producción agropecuaria, con un costo tres veces menor (59) y en este sentido hay que remarcar que el estallido de la revolución del 90´ con la consecuente renuncia de Miguel Juárez Celman a la presidencia y la paralización del empuje dado al citado proyecto, fue de gran ayuda para los posibles afectados.
            También como consecuencia de dicha revolución se produjo la renuncia de Marcos N. Juárez  a la gobernación de Córdoba.

             Pocos años más tarde,  el 23 de marzo de 1892 , Juan Bialet Massé se presentó en concurso ,manifestando:

               " Es de pública notoriedad que fui constructor de las obras de riego de los Altos  en sociedad con el señor don Félix Funes primeramente y después solo. Es también de pública notoriedad que el contrato se hizo cuando el oro estaba a 110%& y las obras se han acabado cuando se  cotizaba a 300 y más, elevando los costos de los materiales hasta 150 % y más y la rápida subida de la mano de obra llegó a cambiar el salario de los peones de 12 a 60 pesos mensuales y más en los obreros especiales. De aquí que cargaron sobre mí pérdidas enormes que por este concepto se elevan a muchos centenares de miles de pesos" 

              Al respecto Frías reseña lo informado por la sindicatura,  El síndico del concurso... consigna: "Investigando el origen de las deudas del doctor Bialet se encuentra que que sólo $150.600.- proceden de deudas  particulares o de su fábrica y todo lo demás procede de la empresa de las Obras de Riego, empresa que puede considerarse como la única y verdadera causa del desastre financiero" (**)

              Un par de meses después, el 17 de mayo de 1892 , Manuel Demetrio Pizarro, ferviente católico y enemigo declarado de las políticas progresistas del juarismo , asumió como gobernador de la provincia. Fue él quien mando a llamar a Hjalmar Fredrik Stavelius, más conocido como Federico Stavelius, originario de Ôrebro, Suecia. Bajo la presidencia de Carlos Pellegrini, este sujeto se venía desempeñando  como Vicedirector del Departamento de Ingenieros de la Nación, cargo al que habría accedido -a pesar de no haber validado su supuesto título de ingeniero en nuestro país tras, también supuestamente, cursar tres años en la Escuela Superior Técnica de Estocolomo – merced a sus vínculos con compatriotas  que ejercieron funciones en dicho organismo ,dependiente del poder ejecutivo y asimismo por haber sido quien suscribió el certificado aprobatorio(***)  al proyecto de Puerto de Eduardo Madero (*)
                Stavelius, elaboró un informe falaz y demoledor sobre el dique San Roque que fue tomado como base de la acusación fiscal en el juicio que el gobernador de Córdoba mando a instruir contra los constructores del mismo, iniciándose las actuaciones en ese mismo año. Su falta de rigor científico no sorprende si se atiende a lo informado por el Dr. Roque Saenz Peña (****), en su carácter de abogado de Juan Bialet Massé, en el proceso incoado, en 1895, por perjurio y ejercicio ilegal de la profesión  contra Stavelius.

                El Dr. Saenz Peña probó ante la Corte  Suprema de Justicia de la Nación que:

                    a) La designación de Stavelius en el Departamento de Ingenieros de la Nación se realizó en abierta violación a lo previsto en el articulado de la Ley Orgánica de dicha dependencia y que habiendo sido, los Sres. White y Villanueva, presidentes de ese Departamento, resulta que :
                     "la ley ha sido violada por los tres, por el que ingresó sin título y por los que lo admitieron sin diploma" . Dicha ley había sido, tan luego, objeto de mención en "dos cartas que han visto la luz pública en el diario La Nación y que llevan la firma de los Ingenieros don Guillermo Villanueva y don Guillermo White; ambos afirman , si el recuerdo de la audiencia no me es infiel,  que el Sr. Stavelius es ingeniero; mi defendido afirma que es maquinista.
                      Desde luego debo observar que en el largo calvario que ha recorrido este exhorto, no se puede presumir que Stavelius ha carecido de tiempo para presentarnos sus patentes, en lugar de las cartas amistosas que nada prueban, que no atestiguan nada, porque en país alguno de la tierra, habrá pretendido persona alguna substituir la credencial de los diplomas científicos por el testimonio personal...Ni el Sr. Villanueva ni el Sr. White alcanzarán a ungir á un Ingeniero, porque las facultades científicas con derecho a expedir títulos de competencia, están sujetas á las leyes de orden público, y son servidas por funcionarios o profesores determinados que no se substituyen ni se reemplazan á elección de los interesados".

                    b) " el Sr. Stavelius se ha hecho pagar por dos gobiernos una misma comisión", habida cuenta que por la inspección que dió origen al informe labrado sobre el dique de San Roque,  percibió fondos tanto del Gobierno Nacional como del Gobierno Provincial.

                   c) "Estos actos adquieren mayor gravedad, si se recuerda que el señor Stavelius era un perito entre dos partes litigantes ó que se disponían á litigar; pero este perito era un juez científico que dotado con un sueldo permanente de la Nación, no ha podido aceptar dádivas ni emolumentos, sin incurrir en un nuevo delito, que me abstengo de calificar..."

            
               Si bien fue precisamente en dicho informe en el cual se basó el Fiscal Moscoso en la causa iniciada por el gobierno de Córdoba contra Casaffousth y Bialet, no se debe perder de vista que la acusación principal fue la de defraudación al Fisco por la cantidad en relación a la construcción del muro. Esta acusación fue ejemplarmente refutada en el considerando nº23 que forma parte del no menos ejemplar fallo emitido el 10 de noviembre de 1893 por el Juez Antenor de la Vega que además de declarar falsas,  conforme el dictamen de los peritos actuantes en el mencionado proceso,cada una de las acusaciones por defectos en la construcción del dique referidas en el informe “Stavelius”, trajo a colación justamente el laudo del Ingeniero Luis Augusto Huergo al cual se alude al inicio de este capítulo , diciendo:
"Que son totalmente infundados los cargos por defraudación en la cantidad a) Porque el documento en que basa su acusación el fiscal prueba lo contrario o SEA QUE EL REVOQUE SE HIZO, como pudo constatarlo dicho funcionario en el acta de inspección ocular de 22 de septiembre de 1892, y porque en ese mismo documento-certificado del 28 de agosto de 1889- se hace constar que la certificación de Casafousth "esta exacta en su parte aritmética y de acuerdo al informe y observaciones del Departamento Topográfico (Sección de Obras Públicas) y al certificado Nº27 expedido por el director de dichas obras, señor Carlos A Casaffousth"; QUE EL GOBIERNO PAGO ESA CUENTA CON LA INTERVENCION DEL DEPARTAMENTO TOPOGRAFICO,dispuesta por decreto de 23 de abril de 1888,ES DECIR CON PLENO CONOCIMIENTO DE CAUSA Y QUE, POR LO TANTO, SI EL FISCAL TUVO DUDAS DEBIO ANTES DE FORMULAR UNA ACUSACION TAN GRAVE, PEDIR EN EL SUMARIO LAS AVERIGUACIONES DEL CASO, O EXAMINAR ESE DOCUMENTO EN SU TOTALIDAD Y NO TOMANDO PARTE DE EL;QUE ADEMAS, EN EL PLENARIO SE HA PROBADO QUE EL DIQUE TIENE MAYOR SUPERFICIE REVOCADA QUE LA COBRADA Y PAGADA,HABIENDO UN ERROR EVIDENTE,YA PROBADO, EN EL INFORME DE ECHENIQUE DE 7 de octubre de 1892 , Cuestión XXI DEL DICTAMEN PERICIAL;que el cargo de haberse cobrado mampostería no ejecutada ha sido ya analizado al comprobarse los errores por desconocimiento de las reglas elementales de la geometría y la aritmética en el informe de Echenique de 30 de noviembre de 1892;tampoco se produjeron a instancia fiscal otras indagaciones para probar defraudaciones de tamaña entidad; citando , aquí también, el contenido del laudo de Huergo.De todo lo cual resulta indiscutible "...tener EL DIQUE SAN ROQUE MAYOR NUMERO DE METROS CÚBICOS QUE LOS COBRADOS POR LOS EMPRESARIOS Y PAGADOS POR EL GOBIERNO"

                 Una de las implicancias que tuvo el falso informe sobre el dique, fue la de volver a obstaculizar , en el transcurso de 1893, el desarrollo del proyecto del Canal Córdoba-Paraná , tal como lo describe el Ing. Isaacson en su obra "Luis Augusto Huergo - Primer Ingeniero Argentino":
            
               "En 1892, el ingeniero Esteban Dumesnil, ciudadano francés que por muchos años había residido en al Argentina, ligando su nombre a proyectos del calibre de las obras de riego de Córdoba y a la administración, como gerente del ferrocarril Central Norte, vino de Francia en representación de un grupo que le confiara la misión de examinar la situación de algunas compañías de ferrocarriles a las cuales pretendía adquirir, teniendo entonces la ocasión de conocer el proyecto de Huergo, a quien conocía con motivo de los estudios que éste había realizado para el ferrocarril Pacífico en 1874. Dumesnil le manifestó entonces ante sus comitentes, u otros capitalistas, para que adquiriesen la concesión del canal, indicándole la conveniencia de que Huergo se ocupase de solicitar de los poderes públicos la correspondiente ley para la construcción y explotación de la obra, propuesta que fue aceptada por nuestro personaje. Esta oferta fue más adelante reiterada desde Europa. Acordadas las bases definitivas, el Ing. Dumesnil formó un sindicato que estudio los planos y presupuestos y formuló un proyecto de solicitud al H. Congreso, con las condiciones de construcción y explotación.
                Pero el 6 de agosto de 1892, se produjo el informe del ingeniero Federico Stavelius, exponiendo que el dique San Roque, estaba "rajado de arriba abajo y de parte a parte", determinando la prisión del ingeniero director de las obras y del constructor.
                    El Ing. Dumesnil, impuesto de la mala noticia, le comunicó a Huergo, en febrero de 1893, que en vista del informe desistía de seguir las negociaciones, dado que la construcción del canal dependía, en su punto de arranque, de la existencia del dique San Roque. No obstante esta decisión, en su carta Dumesnil manifestaba su creencia en el sentido de que el dique no tenía la más mínima rajadura.
                    Era inútil que Dumesnil creyera que el dique se encontraba con buena salud y que ante su pedido Huergo se lo confirmara, luego de una inspección ocular, pues el gobierno había denunciado "el mal estado de las obras" y pedido "se instruyera el correspondiente sumario a los empresarios y director de las mismas y demás personas responsables, civil y criminalmente", entre las cuales el gobernador Pizarro incluyó a Huergo. Este menciona que probablemente se salvó de acompañar a Cassaffousth y Bialet Massé en la prisión, por encontrarse entonces desempeñando el cargo de Ministro de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires"(*****)
             


Notas:
(50) Waldo Ansaldi, “Una modernización provinciana: Córdoba, 1880-1914”, en http:// www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal; publicado originariamente en Estudios , Nº 7 y 8, Córdoba, junio 1996-junio 1997, pp. 51-80.
(51) Frías, L.R. Historia del dique San Roque. Edit. Municipalidad de Córdoba , 1985, p.275/6
(52) Ibidem p. 276
(53) Ibidem p. 276
(54) Jorge Isaacson, “Luis Augusto Huergo. Primer Ingeniero Argentino: Ciencia y Técnica en el Proceso Cultural del Río de la Plata. Academia Nacional de Ingeniería. Bs. As. 1993. P. 180/181.
(55) Ibidem  p. 185
(56) Frías, L. R.  Historia del dique San Roque...p.337.
(57) Frías, L. R. Historia del dique San Roque...
(58) Ibidem p. 430/431, Frías reprodujo el relato del Ingeniero Luis Augusto Huergo, tal como surge en su propia obra titulada: “Navegación interna de la República Argentina. Canal de Córdoba al Río Paraná”
(59) Prudencio Bustos Argañaraz, “El Dique San Roque y el Inicuo Proceso de sus constructores “La Voz del Interior” , 19 de mayo 2011.

(*)       Frías, L. R. Historia del dique San Roque, 1985, edit. Municipalidad de Córdoba, p.425.

(**) Luis Augusto Huergo,” diploma numero 1 de la facultad de ciencias exactas, el 6 de junio de 1870, es decir el primer ingeniero argentino. Eduardo Madero era un comerciante exitoso ligado a Londres.

          Desde 1860 se enfrentaron sus proyectos por el puerto. Huergo había sido designado para ampliar el canal del Riachuelo y construir allí los primeros bocetos para un puerto. Madero trabajaba como contratista para Hawkshan Son and Bayter, constructores ingleses.

           El 20 de abril de 1882, Luis A. Huergo entrega al ministerio del interior su proyecto final para la elaboración de un puerto para Buenos Aires, solicitado por el Ministro de Guerra y Marina Benjamín Victorica. Siguiendo un dato provisto por el presidente Julio Argentino Roca, que anticipaba la inminente presentación de un proyecto elaborado por Eduardo Madero, el ministerio del interior retiene los proyectos de Luis a Huergo, ordenando investigaciones de todo tipo al Departamento de Ingenieros. Pero Madero se retrasaba y el ministerio del interior decide extraviar los planos enviados por Huergo.

        Una vez recibidas las propuestas de Eduardo Madero, son aprobadas por el senado en menos de quince días y sin la presencia de los planos necesarios. Un dato curioso para rescatar, es que quien presidió la sesión donde fue aprobado este proyecto, y quien intentó negar las palabras del senador Dávila, que advertía las irregularidades, fue el Dr. Madero: Vicepresidente de la Nación y tío de Eduardo.

        El 27 de octubre de 1882, el Poder ejecutivo autoriza la contratación de Eduardo Madero y envía un cuestionario a la comisión de revisión, creada para analizar la viabilidad del proyecto sancionado. Las contestaciones insisten en lo mismo: no hay posibilidad de expresarse sobre el proyecto de Madero, porque no existen ni planos, ni presupuestos, ni planes de la obra que ha sido habilitada.

        Los planos recién llegarán dos años después, tras ser realizados por Hawkshan Son and Bayter en Londres. Y serán aceptados en una reunión privada entre los ex presidentes de la República Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda y firmados por el Vicepresidente de la Nación Francisco Madero.
Huergo dirá: “… Los planos presentados por el señor madero son hechos por un ingeniero de Londres que no conoce el Rió de la Plata y que para formarlos ha tenido la necesidad de valerse de estudios ajenos… Después de todo, la comisión de hacienda no juzga favorablemente del medio propuesto por este señor para la ejecución de esas obras, pues cree preferible que se hagan por el gobierno y no por empresas particulares, que para verificarlas exigen concesiones, garantías y privilegios que establecen forzosamente el monopolio, gravan el erario público y perpetúan el impuesto, lo que no sucede cuando el gobierno es el empresario” (Publicado en catedradatos.blogspot.com)


(**)      Frías, L. R.  Proceso al dique San Roque, Todo es Historia, Nº90, noviembre de 1974

(***)       Frías, L. R. Historia del dique San Roque, 1985, edit. Municipalidad de Córdoba, p.425.

(****) Roque Saenz Peña, Informe in Voce ante la Corte Suprema Federal - Extradición Interprovincial
            Derecho Público Americano: Escritos y Discursos (Introducción de Miguel Cané)
           Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional, 1905

(*****) Jose Isaacson,   Luis  Augusto Huergo. Primer Ingeniero Argentino. Ciencia y Técnica en el Proceso Cultural del Río de la Plata., Academia Nacional de Ingeniería, 1993
              Jose Isaacson :Nació el 14/08/1922. Ingeniero (UNLP, 1948). Profesor Consulto de la Facultad de Ingeniería de la UBA (1956-94). Colaborador permanente de La Nación (PK). Asesor permanente del PEN Club Argentino. Se destaca de su bibliografía Cuaderno Spinoza (1977), calificado por Canal-Feijóo (PK) como El poema filosófico más importante escrito en lengua castellana, Encuentro Político con José Hernández (1986), Borges entre los nombres y el nombre (1986) y Luis Augusto Huergo, primer ingeniero argentino (1993). Fue jurado en numerosos concursos nacionales, municipales y de entidades privadas. Entre los premios recibidos: Primer Premio Nacional en Ciencias del Lenguaje (1968 y 1973); Pluma de Oro del PEN Internacional; José Hernández al mejor libro aparecido en el centenario de su muerte (1986); Fundación El Libro a El Universo de Borges (1987) y Medalla en reconocimiento de su labor académica entregada en acto público por el Rector de la UBA, Jaim Etcheverry (PK) (2004). Doctor Honoris Causa por la Universidad de Palermo (2005).(http://www.fundacionkonex.com.ar/)

Las "negritas" y subrrayados son míos.


 






sábado, 6 de agosto de 2011

IV. PRENSA

“El Interior”…sostenía que las cales cordobesas eran las mejores de América del Sud. El 27 de Octubre del mismo año (1886), en largo editorial titulado “Córdoba Industrial” , instaba al Centro Industrial, asociación subvencionada por el estado provincial, a actuar con mayor decisión destacando la riqueza de Córdoba y sosteniendo que Argentina debía transformarse “… en un país esencialmente agrícola-industrial”
                                                   Frías, Luis R. (31)
Y  si  no se sienten con el coraje de afrontar las responsabilidades de sus calumnias, cállense y dejen de alejar gentes y capitales, haciendo cuco con peligros imaginarios, dejen en paz a los hombres de trabajo y de honradez
                                                           Juan Bialet Massé (32)

            Frías afirma que la conjunción de “Poder clerical y mentalidad conventual encadenados sólidamente en relación recíproca de causa y efecto, empaparon el ambiente de la ciudad seguramente más allá de la práctica de la hondura de la doctrina confesada y amada. Basta recorrer las columnas de “El Eco de Córdoba” para comprobar  la extraordinaria vigencia de la exterioridad religiosa. La Pompa de las funciones litúrgicas –quizás especialmente los funerales-, la frecuencia impactante de las procesiones, el temor a la muerte repentina…todo, parece dar pié a las convicción de que lo realmente devoto corrió parejo con lo puramente formal”(33)
             Respecto a la prédica de “El Eco de Córdoba” que se destacaba entre los periódicos católicos de la provincia, en 1875 , el diario “La Tribuna”  se animó a expresar “Con razón hemos dicho que en ningún pueblo del mundo pasa lo que pasa en Córdoba con respecto al fanatismo religioso. Ni en Roma!” (34)

             En “Una industrialización fallida: Córdoba , 1880-1914” (35), su autor, Waldo Ansaldi,  resalta el papel  opositor de la prensa católica cordobesa en torno a la cuestión del dique de San Roque y señala  que fue justamente “El Eco de Córdoba” el que jugó un papel  fundamental  en torno a la oposición  y la calumnia  al proyecto  y a sus impulsores, refiriendo  supuestos negociados. En una nota del 14 de marzo de 1886, el diario publicó: “El Dique – Esta obra pública que se lleva a cabo con el paternal gobierno del señor Gavier y que costará  a la provincia por lo pronto tres millones de pesos con sus intereses respectivos , fuera de los nueve, como dicen los muchachos de la escuela,  esta destinada más que a beneficiarla  con los frutos de la irrigación , a crear cuantiosas fortunas particulares, que serán otros tantos testimonios que acreditarán la corrupción administrativa de estos tiempos (36)…la cal hidraúlica  que se emplea en el Dique, suministrada por un conocido español, es simplemente caliza, que lleva este nombre porque apenas es una especie de aquella, y de la cual están llenas las lomas de Cosquín. Es sabido que esa tierra, porque no es otra cosa, no sirve ni para revoques, porque toda ella se desprende fácilmente y no admite liga con la arena; como puede comprobarse con los edificios de aquel lugar donde ha sido usada; allí se verá el resultado que se obtiene. Sin embargo es la que se utiliza en la obra colosal del Dique…” (37)
            Posteriormente, el 2 de abril de ese año, al polemizar con el diario “El Interior” , “El Eco de Córdoba” descalificó los informes técnicos favorables a las cales cordobesas “con suficiencia , mostrando toda el alma clerical de Córdoba” (como dice Frías) arguyendo que: “ los informes de los sabios de estos tiempos, ya sabemos como se fabrican. No nos vengan con pamplinas a gente que sabe lo que importan las nuevas ideas del pensamiento libre” (38)
              Es que , “Todo el proyecto de irrigación de los Altos de Córdoba, fue siempre atacado por los detractores, su estudio , sus cálculos, la dirección técnica, los materiales empleados, pero sobre todo el aglomerante utilizado para unir las piedras y ladrillos: las cales de “La Primera Argentina” , nos señala el Ingeniero Sergio G. Capdevila.(39), quien continúa diciendo, “Las cales hidraúlicas poseen la propiedad de endurecer bajo el agua; debido a su contenido de Magnesio y Silicio aportados por la arcilla que forma parte de la piedra caliza (C03 Ca) utilizada en su preparación. (40)…La calidad de las cales hidraúlicas  esta dada por su contenido calizo arcilloso y por la intimidad de esta mezcla…Bialet  se dio cuenta que “lo que faltaba no era material, sino fábrica”; por lo que desarrolló y organizó su industria, construyendo hornos, separadores, galpones, investigó  y logró importantes asesoramientos para la fabricación como los aportados por el Ing. Francés Armand Saint Ivez y el …Dr. Doëring… “
               Las muestras de las cales hidraúlicas de “La Primera Argentina” recuerda Capdevila ,“fueron tomadas por el citado Ing. Saint Ivez en 1886 y analizadas en Febrero de 1887, y fueron comparadas con las de Theil (Francia). En un ensayo de resistencia a la tracción estos fueron los resultados:
                     Cal de Theil con arena: 3,17 kg/cm2
                         Cal de “La Primera Argentina”: 4,50 kg/cm2
                          Estos ensayos demostraban las bondades de las cales cordobesas y si recordamos que el esfuerzo máximo calculado para el paredón era de 0,54 kg/cm2; la resistencia aportada por las cales es de 9 veces superior a la calculada, cumpliendo entonces con el coeficiente de seguridad” (41)
                   Estos datos no eran desconocidos por aquella época pero  en verdad era poco lo que podía importar al “Eco de Córdoba” lo que sobre las bondades de las cales se pudiese concluir , ciego en su afán de crítica al gobierno de la provincia y a la candidatura de Juárez Celman a la presidencia, en 1886 el periódico “embanderado en la candidatura presidencial de Rocha” desplegó un hostigamiento despiadado contra el dique de San Roque en tanto obra del gobierno que atacaba.
                      Frías (42), primero y Ansaldi (43), después, reproducen lo dicho por Bialet en una conferencia en la Biblioteca de la Universidad de Córdoba, en 1906, donde éste hace alusión a lo acontecido por 1886 con el director del “Eco de Córdoba” , en oportunidad de responderle a uno de los tantos y típicos ataques a que lo tenía acostumbrado, en el caso, relacionado precisamente con las cales hidraúlicas producidas en “La Primera Argentina”:
                     
                       “Era demasiado barata y demasiado buena para que se levantaran las más espantosas críticas. Se oyeron en aquellos  días atrocidades sin cuento…un periódico local llegó a decir que era imposible hacer cal hidraúlica con caliza. Tomé un changador y lo cargué con Durand Clayé, Pardo, Los Anales de Ponts et Chausses , los de Opperman y otro montón de libros, me fui a la redacción y le dije al Director: Vea V.Señor, en todas las partes la cal hidraúlica se hace con caliza; si V. conoce la receta para hacerla con mazamorra, se lo agradeceré mucho y lo haré patentar con su nombre. Desde entonces el diario calló pero no así las testadureces de la ignorancia. En Cosquín se reían cada vez que oían el silbato de la máquina a vapor “. (44)
               “Que deseos tengo de luchar , como soldado raso amparado por los buenos escritores, a favor de la causa católica contra los malos periodistas que han mercantilizado este poderoso resorte de un progreso bien venturoso”, escribió Ignacio Velez, director de “El Eco de Córdoba” tal como lo señala Nestor T. Auza en “Archivo de Ignacio Velez….”; obra que claramente trasunta una óptica elogiosa hacia la labor periodística del citado periódico ,de parte de su compilador, mencionado más arriba.(45)
                  El encono de “El Eco de Córdoba” con todo lo que estuviera relacionado al roquismo y al juarismo venía de bastante tiempo atrás. Además de ser una tribuna del mitrismo católico, se lo habría considerado inmerso en el apoyo al levantamiento promovido por Carlos Tejedor y encabezado por el coronel Lisandro Olmos que tuvo por objeto impedir la asunción de Miguel Juárez Celman a la gobernación de la provincia. Por esa época, a principios de 1880, ya finalizaba su mandato el gobernador Antonio del Viso (también combatido desde el citado periódico) y Miguel Juárez Celman, ministro general de ese gobierno, era el candidato a ocupar dicho cargo.
                     Si bien Auza sostiene que el diario “se oponía a todo proceso revolucionario como forma de sustituir gobiernos” (46) lo cierto es que una vez sofocada la intentona golpista promovida por Tejedor y en represalia al supuesto apoyo del “Eco…” que los partidarios del gobierno dieron por sentado, se produjeron graves incidentes que tuvieron por resultado el asalto y destrucción de  las instalaciones del diario. Así , estuvo un tiempo sin salir hasta que el 13 de septiembre del mismo año, reinicio su circulación.
               En las elecciones para gobernador de la provincia de Córdoba, el director de “El Eco de Córdoba” dio su respaldo al perdidoso opositor de Juárez Celman, Jose Manuel Estrada, auspiciado por el partido católico y sostenido por una alianza denominada “Partidos Unidos”.
                Retomando a Bialet, debo hacer notar que “El Eco de Córdoba” no solo calló, sino que también cerró –por problemas económicos-. Bajo la gobernación de Gregorio Gavier, tituló su último artículo como “Suspensión del Eco” pero desde el 30 de mayo de 1886 no volvería ya a circular. Sin embargo, las que no se acallaron fueron las críticas al dique y puede decirse que de algún modo retomaron su virulenta voz en otro periódico católico: “El Porvenir”. Este último fundado por el presbítero Jacinto Ríos y Juan Mamerto Garro, ambos , antiguos redactores (¡Oh casualidad! ) del “Eco de Córdoba”. (47)
                   Así,  “El Porvenir”, publicaba cosas como esta:
“Los negociantes oficiales, aquellos que vienen monopolizando desde años atras los contratos y obras de la Provincia como presa de conquista, andan desesperados tras el negocio de los negocios actuales, las obras del dique, que semejante a una suma sin fondo devorará media Provincia antes de llevarse a cabo”. (48)
                     “El Interior” respondió con fecha  22 de octubre de 1886 , al considerar con júbilo, el decreto aprobatorio del contrato “del 21 de Octubre de 1886 por el cual Bialet había resultado adjudicatario en la construcción del dique, diciendo:
                       “Sin embargo, como todo lo que no esta al alcance de la miopía  de la ignorancia, esas obras se han apreciado siempre con todas las sombras de un misterio impenetrable: han sido la ocultación de grandes negocios forjados imaginariamente por los pasionistas (*) que no descansan en arrojar piedras al camino por donde debe cruzar el camino que lleva a la Provincia a la consecución de sus más altos destinos”. (49)

Notas:
(31) Frías, Luis R. Historia del dique San Roque 1985, edit. Munic. de Córdoba cap. XII
(32) Juan Bialet Massé, 1892,  diario "La República"
(33) Frías, Luis R, ob.cit. , cap. I, p.21
(34) ibidem
(35) Ansaldi, Waldo "Una industrialización fallida: Córdoba , 1880-1914. 2000, Ferreyra Editor p. 134
(36) Frías, Luis R. ob.cit..p. 243
(37) Ibidem
(38)  Ibidem, p 244
(39) Ing. Sergio Capdevila , "Las cales de Bialet Massé" en www.bialetmasse.gov.ar
(40) Ibidem
(41) Ibidem 
(42) Frías, Luis R. Historia del dique Ssan Roque, p. 243
(43) Ansaldi, Waldo  "Una industrialización fallida...ob.cit. p.134
(44) Juan Bialet Massé "Miércoles de la Biblioteca de la Universidad de Córdoba" p. 21/22
(45) Auza, Néstor T. Estudio y edición. Archivo de Ignacio Velez. Director de El Eco de Córdoba  2002 , editorial Dünken , p.20
(46) Auza, ob.cit.,p.34
(47) Ibidem, p.42
( 48)  Frías, Luis R. Historia del dique...." p. 259
(49)   Frías, ob.cit. p. 259.
(*)  Pasionista: persona que canta la Pasión en los oficios de Semana Santa.

martes, 26 de julio de 2011

III. Cales

                                              De estos resultados se deduce que las cales y cementos de Córdoba experimentados son de primera calidad y especialmente las cales son superiores a las de Theil, contadas entre las mejores que en Europa se conocen...Todo argentino debe propender por todos los medios a su alcance el uso de las cales y cementos de Córdoba, porque tendrá así la seguridad de emplear excelentes materiales y favorecería simultáneamente una industria naciente y de gran porvenir.
                                            Informe del Ingeniero Jorge Duclout sobre las cales hidraúlicas de la “Primera Argentina”, 10 de octubre de 1888.(24)

                                                          Que las cales hidraúlicas que se emplearon fueron elaboradas en la fábrica del declarante en Cosquín y sometidas previamente al examen de los ingenieros que dirigían las obras además de los análisis y ensayos decretados por el Gobierno de la Provincia y practicados por el doctor Döering, Kyle, Arata, Puiggari y los ingenieros Duclout y otros además de los ensayos verificados en el laboratorio nacional “De Puentes y Calzadas de Francia" por los Sres. Durand, Claye, Dairblay y Clorindou, que son hoy las primeras autoridades científicas del mundo en esta materia. Que el señor  Inspector General de Ingenieros de Francia D. Armando Saint Ivez las había también reconocido e informado al Gobierno de la Provincia...”
                                                  Juan Bialet Massé, “Proceso” p.67 (25)


                                          Pero lo que más importa son las obras de riego que esas regiones exigen; estudiarlas por muy distinguidos ingenieros, y tanto más cuanto más elevados estan en las regiones de la alta ciencia, resultan a precios demasiado caros; el portland se les impone.
              Pero desde los diques de Moéris en Egipto, desde los canales de Babilonia, desde los acueductos romanos que todavía existen y sirven, desde los aljibes de la Alhambra hasta las obras del interior de la República, todo demuestra que todo puede hacerse sin ese cemento, que apenas tiene medio siglo de invención y que la naturaleza, como ha colocado la planta que cura, la endemia que sufre, así ha colocado el producto calcáreo que necesita. Es cuestión de buscarlo y elaborarlo.
             Para mí uno de los asuntos más importantes de la ciencia del ingeniero, y no hago más que repetirlo convencido, lo que Casaffousth profesaba como axioma, es buscar los recursos propios del país para las obras, y solo emplear el producto extranjero cuando se impone por su baratura o la necesidad”
                                                                     Juan Bialet Massé, 1904  (26)





                 En 1886 Miguel Juárez Celman era un firme candidato a la presidencia. Su candidatura fue disimuladamente resistida por Roca, según sostiene el historiador Luis R. Frías (27) , “con el fin de obtener concesiones que le permitiesen mantener en sus manos las riendas de la política nacional. Una de ellas fue la que Juárez Celman hizo al aceptar el nombre de Olmos –amigo de Roca y no suyo- para el gobierno de Córdoba...Una de las primeras medidas del mandatario electo (Ambrosio Olmos) fue solicitar a Roca, cuyo mandato expiraba meses después, el envio de un entendido para que inspeccionara e informara sobre las obras de riego. Así fue como vino a Córdoba, el 19 de julio de 1886, el ingeniero Armando Saint Ivez”.
                    Este ingeniero era nada más ni nada menos que el Inspector de Puentes y Calzadas de Francia, “una autoridad científica reconocida”.
                     ¿Cómo calificó Saint Ivez las cales hidraúlicas de “La Primera Argentina”? (dicho  establecimiento tenía por  propietario exclusivo al Dr. Bialet y  eran sus  cales las que se emplearían en la construcción del dique de San Roque como antes lo habían sido en el dique de Mal Paso).
                       Del relato que el historiador Frías brinda sobre la entrevista que el reportero del diario "El Interior" le hizo a Saint Ivez, el 24 de julio de 1886 surge lo siguiente:
                       Saint Ivez dijo, refiriéndose a la obra del dique de San Roque, “Debo confesar que yo he hecho mi viaje bajo la impresión más desfavorable; se me había informado falsamente: había oido repetir con insistencia que los materiales que en ella se empleaban eran de la peor calidad, que se cometían errores, en una palabra, que el fracaso era inminente. Hasta lo que leía en las publicaciones diarias, siempre desprestigiando a las obras, contribuía a preparar mi espíritu a malas impresiones”... sin embargo he inspeccionado lo hecho en Mal Paso, y no hallo reprochables sino detalles de construcción que es de fácil remedio y se remediarán. La base sobre que se construye el dique es segura; no veo otro peligro que el de las filtraciones que pudieran producirse” Respecto a las filtraciones Frías agrega que Saint Ivez manifestó que “indicaría los nombres de operarios competentes que trabajaron en el canal de Suez” y que se encontraban , al momento, en la Argentina como también que Casaffousth había aceptado todas sus indicaciones.
               Al interrogársele sobre la calidad de las cales, el ingeniero francés , expresó:
               “No he encontrado qué pueda rechazarse: todas las materias primas son de una exquisita bondad y puedo decir que no se emplean mejores en ninguna obra pública de la República”.
                El reportero insistió inquiriendo “si las cales de Bialet Massé no eran aptas para construcciones hidraúlicas”, Saint Ivez  esta vez, fue tajante”:
                 “¡ Es un error! No he conocido hasta ahora mejores cales. Son superiores a todas las que vienen de Río, del Paraná, del Paraguay y no aventuro nada si digo que pueden competir ventajosamente con las de Inglaterra y Francia...Esta es una cuestión gravísima y muy seria de que deban preocuparse los gobiernos de la Provincia y de la Nación, y que someteré a la atención del señor presidente de la República. Cuando esta industria se halle bien desarrollada, cuando existan fábricas que preparen bien la riquísima materia prima de los cerros de Cosquín, debe suprimirse en este país la importación de cal. Todas las obras que se efectuen deben buscar la cal de Córdoba”. (28)
                     El 11 de agosto de 1886, el diario “El Interior” de Córdoba publicó el informe Saint Ivez sobre las mencionadas cales, elevado con fecha 28 de julio de ese año al presidente Roca. En uno de sus párrafos, dice:
                      “Nuestra convicción es que mejores resultados no se hubieran conseguido con cal y cemento de Europa y aún hubieran podido ser peores  por causa de las averías que con frecuencia se producen durante las travesías... Hace tiempo que fueron descubiertos estos calcáreos y hemos sido tristemente impresionados al constatar que las pesquisas, en lugar de ser alentadas habían sido al contrario  sistemáticamente denigradas. Llegó el Director del Departamento de Ingenieros Civiles de la Nación, don Guillermo White hasta decir que este descubrimiento, debía ser enérgicamente rechazado, prohibiendo terminantemente a los agentes de su dependencia o relacionados con el de un modo más o menos directo, hacer el análisis y experimentos de resistencia de estos productos  ¿A qué atribuir  esta falta de patriotismo? “(29)
                   “¡Un funcionario estatal de la III República Francesa, en plena expansión colonialista, abogando por la industrialización argentina, contrariando el parecer de un funcionario estatal, de periodistas y de políticos argentinos, inclinados por la importación de cales y cementos!”  Exclama  con sobradas razones el prestigioso investigador Waldo Ansaldi (30) ante un episodio tan vergonzante como lo es el que haya sido un funcionario extranjero quien se pronunciara a favor de nuestros propios recursos entre tanto cipayismo abierto y desatado.

Notas: 
(24) Frías, Luis R. Historia del dique San Roque 1985 edición Municipalidad de Córdoba. p. 294
(25) Juan Bialet Mssé "Proceso" p. 67 citado en Frías, Luis R.  Historia del dique San Roque...p.294.
(26) Juan Bialet Massé Informe sobre el Estado de las Clases Obreras Argentinas (1904) edición Bicentenario , 2010,  Min. de Trabajo de la Prov. de Bs. As.
(27) Frías  , Luis R.   Proceso al dique San Roque  , revista Todo es Historia, nº 90 nov. 1974.
(28) Frías , Luis R. Jostoria del dique San Roque, ob. cit , p. 244/5
(29) Frías , Luis R. ob.cit , p. 245/6
(30) Waldo Ansaldi, Una Industrialización Fallida.  Córdoba, 1880-1914,   2000, Ferreyra editor.